Perquè segons els resultats que ens interessin, educarem d'una manera o d'una altra.
Quan els joves es facin grans i vulguin ser adults autónoms en la nostra societat (tant si és treballant per un altre com si és fent-se la seva pròpia empresa) algú els demanarà si saben aprovar examens? O s'hauran d'espavilar per a aprendre el que necessitin per a resoldre els reptes amb els que es vagin trobant?
Aquí sota us reprodueixo un article publicat a La Vanguardia que reflexiona sobre el tema.
LO
QUE HAY QUE SABER EN EL SIGLO XXI
Mayte
Rius
Qué
ha de enseñar hoy la escuela para preparar a los profesionales de
las próximas décadas? ES ha preguntado a sociólogos, pedagogos,
profesores, psicólogos... y todos han coincidido en su respuesta: a
ser competentes.
¿Influencia del plan Bolonia y de la ley de
Educación porque plantean las competencias básicas que debe
desarrollar el currículo educativo? "No. Se habla de
competencias porque ser competente no es sólo ser hábil en la
ejecución de tareas y actividades concretas tal y como han sido
enseñadas, sino, a partir de las habilidades adquiridas, ser capaz
de afrontar nuevas tareas o retos que suponen ir más allá de lo ya
aprendido; la competencia es disponer de recursos (saber qué, saber
cómo y saber cuándo y por qué) para enfrentarse a los problemas
propios de los escenarios en que uno se desenvuelve, y eso es lo que
necesitarán los actuales escolares para desenvolverse como adultos",
resumen Carles Monereo, profesor de Psicología de la
Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), y Juan
Ignacio Pozo, profesor de Psicología Básica de la Universidad
Autónoma de Madrid (UAM). Y como los escenarios en que transcurrirán
sus vidas son el educativo, el profesional y laboral, el vinculado a
la comunidad y el personal, opinan que la clave es formar a los
futuros adultos para ser aprendices permanentes, profesionales
eficaces, ciudadanos participativos y solidarios y personas felices.
Ya, pero ¿qué han de aprender para llegar a ello? ¿Qué
contenidos ha de ofrecer la escuela? "El mercado laboral va a
pedir que sean competentes, así que, más que cambiar el currículo,
hay que introducir más habilidades y actitudes, sobre todo
actitudes; porque el mundo laboral exige sobre todo una buena
actitud, gente de fiar, que sepa trabajar en equipo, con iniciativa y
autodirección, porque el conocimiento ya se supone y, si no, lo
ofrecerá la propia empresa", explica Albert Sáenz,
director de ESO y bachillerato del colegio Sant Estanislau de
Kostka-SEK, uno de los centros de la Fundació Jesuïtes Educació.
David de Prado, director del Instituto Avanzado de
Creatividad Aplicada Total y del máster en Creatividad de la
Universidad Fernando Pessoa, cree que la clave es "olvidarse de
materias y asignaturas y centrarse en los procesos; en lugar de
dedicarse a dar respuestas, hay que enseñar a hacer preguntas,
despertar la curiosidad, fomentar el pensamiento libre, automático e
inconsciente para formar mentes pensantes y desarrollar personas
creativas, investigadoras y emprendedoras".
Como él,
Rafael Feito, profesor de Sociología de la Educación de la
Universidad Complutense de Madrid, opina que hay que romper con la
enseñanza por asignaturas y ofrecer a los alumnos una formación más
interdisciplinar donde el objetivo no sea que aprendan matemáticas,
historia o geografía, sino que tengan inquietudes, que sepan
expresarse, trabajar en equipo, hablar otros idiomas, leer
periódicos... Monereo y Pozo son partidarios de "podar" el
actual temario escolar para poder introducir otros contenidos de
mayor utilidad y vinculados a los problemas reales que tendrán que
resolver los niños en el futuro, en su vida adulta, desde entender
las facturas o los prospectos de los medicamentos, hasta saber
comunicarse a través de redes digitales o comprender un
telediario.
Por ello, su propuesta es introducir en la
programación escolar módulos o asignaturas como salud o cuidado del
cuerpo, medio ambiente o cuidado del entorno, cómo informarte o cómo
cuidar el país, que permiten vincular diferentes disciplinas. Este
es el modelo que desde hace tiempo utilizan en Finlandia, el país
que obtiene mejores resultados educativos según el controvertido
informe PISA. "Si los alumnos estudian como materia el cambio
climático, para responder a ese problema necesitarán conocimientos
de física, ciencias, matemáticas, historia...; y deberán buscar
información, comprenderla, reelaborarla en gráficas, comunicarla...
y para ello utilizarán herramientas digitales, trabajarán en grupo,
defenderán sus puntos de vista...", ejemplifican Pozo y
Monereo.
Porque, según los expertos consultados, para
desempeñarse adecuadamente en las primeras décadas de este milenio
serán más necesarias determinadas habilidades que los conocimientos
teóricos adquiridos. "Antes se pensaba que lo que aprendías en
la escuela te servía para toda la vida, pero ahora todo cambia a
mucha más velocidad, y si hoy pensamos que es indispensable saber
inglés, quizá dentro de unas décadas lo básico sea conocer el
chino; por ello, más que acumular información, lo que importa es
aprender a aprender", explica el sociólogo Rafael
Feito.
Albert Sáenz apunta que esta competencia se alcanza
cuando el alumno es capaz de crear conocimiento, de autorregular su
proceso de aprendizaje y de autoevaluarse. Y ambos enfatizan la
importancia de que la enseñanza vaya destinada a capacitar a los
jóvenes para resolver problemas, de forma que, ante cualquier
situación, conozcan varias estrategias y sepan cuál es la que han
de aplicar en ese momento. "Las empresas contratarán a un
filósofo como gestor si sabe crear equipo y romper tensiones",
resume Feito, convencido de la trascendencia de desarrollar
habilidades personales y sociales.
Y sus planteamientos
encajan bastante con el modelo de aprendizaje propuesto por el
Consorcio de habilidades indispensables para el siglo XXI de Estados
Unidos, una institución creada en el 2002 por entidades públicas y
privadas con el objetivo de integrar las demandas académicas,
cívicas y económicas en la enseñanza de aquel país. Los
estadounidenses han establecido como indispensables unas materias
básicas, en las que se combinan asignaturas curriculares (lenguaje y
comunicación, lenguas extranjeras, matemáticas, historia, arte,
economía, gobierno, ciencias y geografía) con temas
interdisciplinarios del siglo XXI (conciencia global, alfabetización
económica y financiera, alfabetización cívica y conocimientos
básicos de salud), y una serie de habilidades para la vida personal
y profesional (flexibilidad, iniciativa, liderazgo,
responsabilidad...) y de manejo de información y de tecnologías
digitales.
De las propuestas y reflexiones planteadas por
todos estos interlocutores cabría concluir que la formación de los
escolares del siglo XXI implica su alfabetización lingüística,
digital, emprendedora, ciudadana, sociolaboral y emocional, de manera
que al acabar la enseñanza obligatoria los jóvenes sepan
comunicarse bien, dominen las nuevas tecnologías, sean creativos e
innovadores, multiculturales, conozcan cómo funcionan los negocios y
sepan identificar y autorregular sus emociones.
Alfabetización
lingüística
El área de comunicación y lenguaje resulta
fundamental en la sociedad de la información. Es imprescindible que
los alumnos aprendan a leer, a entender e interpretar los periódicos,
los telediarios, los libros y webs de ciencia, las facturas y
contratos... Que entiendan cómo se construyen los mensajes
mediáticos, para qué propósitos y con qué herramientas,
características, convenciones... Han de salir de la escuela con un
alto nivel de lectura crítica y reflexiva y el entrenamiento
suficiente para poder identificar las fuentes e intereses que hay
detrás de cada escrito y discernir entre el alud de información y
publicidad al que se enfrentan cada día. También han de ser capaces
de expresarse de manera argumentada y razonada de forma oral y por
escrito, y saber defender sus puntos de vista. Y para ello han de
poder utilizar diferentes códigos y pasar de uno a otro: convertir
gráficas o imágenes en textos, trasladar un texto a una gráfica...
Además habrán de estudiar idiomas (como mínimo inglés) para poder
comunicarse, entenderse y trabajar con personas de cualquier otro
lugar del mundo.
Alfabetización digital
Los
escolares han de aprender a buscar información por internet de forma
eficiente, contrastada y más allá de Google. Es decir, tienen que
saber cuándo y dónde buscar información, ser capaces de
seleccionarla según unos objetivos y elaborarla adecuadamente para
después exponerla, escribirla o aplicarla. Esta formación les abre
las puertas a nuevos e inagotables conocimientos y les convierte en
aprendices permanentes.
Pero la formación de ciudadanos
digitales exige ir más allá. Hay que enseñarles a comprender y
producir documentos digitales; a saber cuándo, cómo y por qué
utilizar las redes sociales para comunicarse; a trabajar en red con
personas de otros lugares, y a participar en la vida pública y
política a través de internet.
Y para desarrollar estas
habilidades digitales no se trata de implantar una asignatura de
informática, sino de integrar el uso de las herramientas digitales
en cualquier aprendizaje, sea de historia, de lengua o de
matemáticas, y de utilizar internet como algo más que un mero
buscador o escenario de juegos.
Alfabetización
emprendedora
Los escolares del siglo XXI han de salir de la
escuela habiendo aprendido a aprender y sabiendo pensar. Puede
parecer una perogrullada pero los especialistas en enseñanza
aseguran que no lo es. Si la sociedad actual exige aprendices
permanentes, las personas habrán de ser capaces de regular el propio
proceso de aprendizaje y de autoevaluarse.
Y para disponer de
mentes multicreativas y capaces de adaptarse a los cambios
profesionales y laborales, habrán de saber utilizar la imaginación
y la fantasía, mantener despierto el interés y la curiosidad. Por
ello la escuela debe enseñar a hacer preguntas e hipótesis, a
pensar de forma innovadora, a descubrir múltiples aficiones, a crear
conocimiento en lugar de repetir o imitar, a ser artísticos en lugar
de teorizar sobre el arte. Para conseguir emprendedores hay que
formar jóvenes abiertos a perspectivas nuevas y capaces de demostrar
originalidad e inventiva.
Alfabetización
sociolaboral
Muchas de las necesidades laborales de los
escolares son impredecibles ahora. Pero parece claro que, sean cuales
sean las profesiones más demandadas o los títulos exigidos dentro
de una o dos décadas, tendrán que negociar, trabajar en equipo,
demostrar flexibilidad para llegar a acuerdos, saber resolver
conflictos, apoyarse en otros y apoyarlos, ser socialmente
responsables y sensibles al contexto social, comunicarse bien de
forma directa y a distancia. Así que todas estas materias o
capacidades deberían trabajarse en la escuela. Y los alumnos
deberían salir de ella conociendo cómo funcionan los
negocios.
Alfabetización ciudadana
Si algo han de
ser los escolares de esta primera parte del milenio es
multiculturales. Su formación ha de acercarles a otras culturas y
permitirles conocer otros valores para saber entender los problemas
actuales y trabajar con personas de otras procedencias. También ha
de enseñarles a participar en la vida civil, a implicarse en la
comunidad, a mantenerse informado y a entender los procesos políticos
y administrativos, y a ejercer sus derechos y obligaciones como
ciudadanos. Para todo ello es importante formarles en valores, en el
diálogo y la negociación, enseñarles a entender las implicaciones
locales y globales de las decisiones cívicas.
Alfabetización
emocional
El reto es formar personas que sepan expresar sus
propias emociones, que se conozcan y tengan capacidad de autocontrol
y de autorregular sus comportamientos. Otras cuestiones básicas que
hay que desarrollar para capacitar a los alumnos para su vida
personal son la responsabilidad y la confianza, así como la empatía
para poder entender a los demás, cualidades imprescindibles si han
de trabajar en equipo y de forma colaborativa.
Publicat a La Vanguardia el 10/4/2010